sábado, 3 de noviembre de 2007

100% sin desperdicio


Jorge Asís, sin preámbulos:

Por mi vocación de poder, abandoné el Portal por un par de semanas. Para anotarme, en la grilla electoral, como vicepresidente. Y perdí. Es la síntesis.
Por la misma vocación de poder, hoy vuelvo. Para reconstruir el único proyecto de liderazgo que me legitima. El conceptual. Desde el Portal.
Vaya una primera evaluación. La derrota, colectivamente unánime, es purificadora.
La derrota llegó, en todo caso, como un alivio.
(...)
Alivia constatar la eficacia de nuestra clásica tesis sobre el Reeleccionismo Perverso.
Entonces que les exploten, preferiblemente, a los Kirchner, las consecuencias de las desastrosas trivialidades que dilataron. La multiplicación del conglomerado de Botnias que supieron lanzar, para adelante. Sin resolverlas.
La goleada electoral nos alivia, por ser colectiva. Por dejar un complejo panorama de retaguardias desfloradas. Y en la primera vuelta. Sin dilaciones, con un tendal de caídos, virtualmente ensangrentados. Al ser multitudinario, el duelo pasa más rápido. La rotura de la retaguardia, Rocamora, se vuelve más soportable. A más tardar, en los primeros días de noviembre ya crece el olvido, entre el pasto de los porcentajes.
Al vencernos el oficialismo, en la primera vuelta, se nos libera, por ejemplo, de la irresponsabilidad de tener que pronunciarnos a favor de la señora Cristina. Un alivio nada menor. Sobre todo si Cristina debía cotejar, en el eventual ballotage, con los diseños arquitectónicos de la señora Carrió. La dama que emerge, de todos modos, como la autodenominada jefa de la oposición.
Pero Jefa mía, al menos, nunca va a ser.
A quien Carrió vació cruelmente de sufragios fue al desperdiciado López Murphy. Que se fue, igual que nosotros, a la B.
Pienso, aparte, que Lavagna debe sentir una sensación de alivio similar. Aunque agravada, en su caso, por la humillación de salir tercero.
Lavagna resultó perjudicado por la irrupción, violentamente retórica, del Alberto Barros Schelotto. Fue el Alberto, el Chapita que lo despojó a Lavagna de los previsibles votos de los peronistas. Los resistentes al envoltorio del gobierno. Por no ser, en algunos casos, convocados.
Con el estandarte del menemismo tardío, el Alberto emergió como la revelación indiscutible de la campaña. Al extremo de convertirlo al Brother, el Adolfo Barros Schelotto, en carne de diván.
Por mi parte, colegas, y para serles francos, debo decirles que, aparte de haberme roto la retaguardia, el renovado oficialismo me condiciona, con su repentina sensación de apertura, la tonalidad próxima del Portal. Porque, por elemental código de demócrata asumido, y aunque se asista, en el fondo, a la mera renovación de la permanencia, se le debe proporcionar a la señora Cristina, a su gobierno, por lo menos tres meses de gracia.

Después habla de Sobisch, Fuentealba, Potrero de los Funes y Macri, a quien le dedica un parafraseo brillante: “Un cigarrillo, y un desaire de Macri, no se le niegan a nadie”.

Promete que continuará "sólo si es estrictamente necesario". Para ver si cumple (y leer el texto completo): Jorge Asís Digital.

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